martes, 26 de agosto de 2014

Retrasando la llegada de la vejez



La juventud es un divino tesoro que la mayoría de la gente quiere mantener. Es que tener energía todos los días, la fuerza para hacer casi lo que sea y buen aspecto, resulta atractivo para cualquiera, pero no es un secreto para nadie que con cada día que pasa se está más cerca de la vejez y sus consecuencias.

Lo que muchos no saben es que sí es posible retrasar la llegada de la vejez sin cirugías ni pociones mágicas, basta con tener un estilode vida saludable y hacer ejercicio para mantener el número de "mitocondrias" adecuado.

Las mitocondrias son unos de los elementos de las millones de células que hay en nuestro organismo. Su función principal es generar la energía necesaria para que cada célula pueda realizar su cometido.


Una forma más sencilla de explicarlo es con este ejemplo: cuando corremos, las mitocondrias, envían energía a las células de los músculos de las piernas para que podamos realizar esa actividad.

Las mitocondrias combinan el oxígeno y los nutrientes para crear el combustible de las células, pero a medida que pasa el tiempo y envejecemos, empiezan a funcionar mal o a morirse y por ende cada parte de nuestro cuerpo deja de comportarse igual.

Cuando se reduce el número de mitocondrias en el organismo, es cuando se empiezan a sentir los efectos de la vejez en el cuerpo humano, como lo son la falta de energía para realizar las tareas diarias y la pérdida de memoria. Otros de los efectos de la disminución de este "motor" son el mal funcionamiento de los órganos y la aparición de enfermedades degenerativas como el Alzheimer.

A partir de esto podemos decir que las mitocondrias son el combustible del cuerpo humano y que es importante propiciar su aumento y evitar que se pierdan.

Hacer ejercicio regularmente es una de las maneras de provocar su proliferación y así vernos y sentirnos más jóvenes por muchos años. Así lo demostró un estudio que se realizó en Universidad de Carolina del Sur de Estados Unidos.


Para demostrar esto, los investigadores trabajaron con dos grupos de ratones, uno que era sedentario y otro en el que sus integrantes se ejercitaban sobre una rueda diariamente durante 60 minutos. Después de 8 semanas, se analizó el tejido muscular y cerebral de los ratones y se comprobó que los que se habían mantenido haciendo actividad física tenían más mitocondrias que los que no y por lo tanto más energía y resistencia.

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